Quizás nos pasa en seguros aquello de que el bosque no nos deja ver los árboles, o al revés. Por ello es importante meditemos sobre algunas cifras y datos.
Según la información estadística leída en las webs de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP), ICEA, UNESPA y demás instituciones del seguro, el nuestro es un sector que supone el 5,3% del PIB español y por ello habría que poner en valor los 50 millones de problemas que resuelve al año con los siniestros atendidos porque lo que nos pasa, es lo que a algunos políticos españoles, que no sabemos comunicar. No sabemos dar a conocer el papel del seguro en la sociedad y economía españolas.
Si se comparan estas cifras con las 6.000 reclamaciones que recibe la DGSFP, de las que la mitad son favorables para las compañías, queda claro que 3.000 fallos de 50 millones gestionados son números tan insignificantes como para estar satisfechos. Y eso es nada comparado con las quejas a otras instituciones similares como por ejemplo los bancos.
Por tanto en el seguro lo que ofrecemos es una red extraordinariamente grande de servicio. Por ejemplo, en el seguro de vida se gestionan primas por valor de 5[M2] veces el PIB del país y en el ramo de autos se atienden a 400.000 personas. Parece pues que deberíamos poner de realce esa función del seguro en la sociedad.
Se trata de que casi sin saberlo nos olvidamos de esa extraordinaria función social del seguro: NO HABRIA ACTIVIDAD A ECONÓMICA si no los tuviéramos; a nadie en su sano juicio se le ocurriría edificar una obra si una responsabilidad civil; a nadie se le ocurriría poner en vuelo un avión que no estuviera asegurado y si fuéramos sensatos a nadie se le ocurriría olvidarse de contratar seguros de ahorro para poder tener la jubilación merecida que parece el Estado no podrá garantizarnos.
Pero el seguro esta banalizado, no se le da importancia, se le tiene como algo residual, y el causante de ello en gran medida es por la venta de riesgos masa por el canal bancario e internet; ellos son los grandes culpables de gran parte del lío mental que se genera en los clientes. En parte porque “en la venta se generan expectativas” que son difíciles de cumplir.
Tampoco están libres de pecado las propias compañías que al hacer la competencia a las corredurías con sus redes agenciales propias, preocupadas solo por cada vez vender más para acrecentar las cuentas de resultados, no paran mentes en aceptar ventas poco profesionales. No es el caso de los corredores, que tienen que ganarse la vida con la venta más eficiente.
En el negocio de vida ahorro y los productos de pensiones los mediadores también podríamos hacer muchísimo más en la comercialización de estos productos. Si hay alguien experto en seguros a largo plazo son los aseguradores y dentro de estos los corredores por definición somos los más independientes y por tanto los que mejor podemos dar un asesoramiento objetivo y comparativo entre las diferentes opciones de cobertura, no así si se va directamente a una compañía. Se trata de que un experto evalúe las distintas opciones y haga su recomendación profesional.