Una empresa de automoción contacta con XXX Global Comunicación, S.L. para contratar sus servicios y que realicen la campaña publicitaria de un nuevo e innovador vehículo que van a sacar al mercado.
Tras varias reuniones con la empresa de comunicación y exponer las virtudes de este nuevo vehículo, los creativos han cogido todas las notas necesaria para proponer la campaña más adecuada y acorde a la filosofía del producto.
Transcurridas tres semanas, se vuelven a reunir las partes para presentar las propuestas de la campaña. El cliente está encantado, la idea le resulta muy atractiva y las modificaciones sobre la propuesta de la empresa de marketing son ínfimas.
Las jornadas de trabajo son largas por lo apretado de los plazos en las instalaciones de XXX Global y uno de los trabajadores antes de llegar a casa queda con unos amigos para tomar algo y charlar un rato. Entre copa y copa este trabajador sin darse cuenta va desvelando los detalles de la campaña en la que están trabajando; en un principio no tiene por qué pasar nada, le está contacto a “sus colegas” el día a día de su trabajo. Pero tiene la mala suerte que en la mesa de al lado hay un periodista de la sección de motor, de un diario de tirada nacional.
La campaña está lista y se están ultimando los últimos detalles. Cuatro días antes del inicio de la misma sale la noticia del nuevo vehículo en portada nacional. El cliente no se lo puede creer, llama indignado a XXX Global y les exige una explicación.
Afortunadamente, XXX Global dispone de una póliza de responsabilidad civil profesional para empresas de marketing y publicidad y la aseguradora se encarga de mediar con el cliente y la agencia de comunicación para pagar los daños y perjuicios ocasionados.
XXX Global ha perdido un cliente si, pero el patrimonio de la empresa no se ha visto afectado gracias al simple detalle de tener contratada su póliza de seguro de responsabilidad civil profesional específica para marketing y publicidad.