Un virus tuvo la culpa de todo
Fernando es programador SAP y gerente de una PYME dedicada a la programación y mantenimiento de aplicaciones informáticas. Desde hace años, llevan en su empresa el mantenimiento y las aplicaciones informáticas de un cliente que es una empresa que se dedica a la venta de productos a través de internet.
El cliente les ha encargado un nuevo programa de gestión para controlar el stock sobre las ventas que se realizan ya que en la actualidad la gestión informática de dicho stock y la aplicación web a través de la cual se venden los productos, son aplicaciones independientes. El motivo hasta ahora de ello es que el control y reposición del stock es tarea compleja y tediosa.
Fernando tiene reunión con su cliente y éste le expresa las necesidades de la empresa habida cuenta de la problemática anterior y una vez acordadas las condiciones y encargado el trabajo, Fernando se reúne con su equipo de programación para diseñar y darle forma al nuevo programa de gestión.
Pasados unos meses presenta la propuesta al cliente, el cual da su visto bueno y posteriormente se procede a la puesta en marcha del programa en pruebas. Una vez que todo funciona correctamente se vuelca en el sistema la aplicación definitiva para unificar las diferentes gestiones y procesos de la empresa a nivel informático.
Transcurridas unas semanas, el cliente llama muy enfadado a Fernando y le expresa su malestar. A consecuencia del programa informático que han instalado, la web a través de la cual venden los productos está completamente bloqueada y no pueden dar servicio a los clientes. Rápidamente se ponen en marcha para solucionar el problema y detectan que no ha sido un error en la programación sino que, cuando se volcó la información al sistema, se transmitió un virus informático que es el causante del fallo informático en la web!
Lógicamente, el cliente de Fernando pierde dinero cada minuto que pasa y al margen de que el problema se solvente, decide poner una reclamación a la empresa de Fernando para que le repongan todo el dinero perdido por no poder vender por su causa.
Como nunca antes había recibido una reclamación de un cliente por un error en su trabajo, no tenía contratado un seguro de responsabilidad civil profesional que cubriera errores o negligencias en su trabajo y tuvo que hacer frente a las costas judiciales del proceso así como a la indemnización por daños y perjuicios que determinó el juez.
Si tenemos contratado un seguro de responsabilidad civil específico para informáticos, la aseguradora asumirá los gastos de eliminación del virus, las costas judiciales y la indemnización por los perjuicios económicos causados al cliente.